Recientemente han aparecido nuevas opciones en nuestros dispositivos móviles relacionadas con el rastreo de contactos para identificar posibles contagios de COVID-19. Esta función tiene como objetivo principal colaborar con los gobiernos y las autoridades sanitarias de cada país con el fin de controlar el virus.
Google y Apple han desplegado estas nuevas funciones, que por el momento se encuentran inactivas, para que aplicaciones oficiales puedan utilizarlas y, de este modo, rastrear las exposiciones al COVID-19 que ha tenido cada usuario. Las multinacionales ya lo han comunicado hace semanas, avisando a los usuarios que solo aquellos que quieran participar lo activarán, y en ningún momento se les espiará. Modesto Álvarez de Seresco insiste en que, "técnicamente el sistema está diseñado para ser seguro y preservar la privacidad dentro de lo posible".
¿Y cómo hacen este rastreo? Modesto explica que, "para ello, los identificadores que se intercambian por Bluetooth cuando dos dispositivos están cerca se generan aleatoriamente. También se utilizan algoritmos de cifrado para evitar su filtración". "Esta información se almacena durante 14 días tras cada intercambio, y existe la opción de eliminarlas todas en cualquier momento. Además, sólo tendrán acceso a esos datos las aplicaciones oficiales y autorizadas de cada país", añade.
En las fotos, a la izquierda aparece un dispositivo Android y a la derecha un iOS. En el dispositivo Android, para acceder a esta función, es necesario entrar en "Ajustes", "Google" y aparecerá una opción de "Notificaciones de exposición al COVID-19".
Como se ha mencionado anteriormente, "el dispositivo debe tener activada la ubicación para detectar dispositivo Bluetooth cercanos, pero las notificaciones no usan la ubicación de dispositivo". En el caso de que el usuario haya estado cerca de alguien que posteriormente haya dado positivo, en el caso de que lo comparta, recibirá una notificación con datos anónimos.
Modesto advierte de que "es evidente que dichos códigos aleatorios identifican a nuestro dispositivo, y por tanto a su usuario. Y aunque el sistema no almacene información de ubicación, los dispositivos si lo hacen, y se podrían cruzar estos datos por la fecha y la hora".
Evidentemente, un pequeño error de los desarrolladores de Google, Apple, o de alguna de las aplicaciones de cada país participante, podría suponer un agujero del sistema. "El sistema no es perfecto, ni siquiera en su concepto. Apenas resiste un análisis superficial" aclara Modesto.
¿Cómo ha evolucionado la privacidad tras el COVID-19?
Según un estudio realizado por la IE University, European Tech Insight 2020, la mitad de los encuestados eran partidarios de que los gobiernos no compartieran ningún tipo de información medica de los usuarios. Por el contrario, al analizarlo tras la pandemia que se ha vivido, los europeos han cambiado su opinión.
"El impacto más significativo de la pandemia es que los países más afectados han visto una notable disminución de la preocupación por la vigilancia y la privacidad de los datos, como es el caso de España", afirmaba el director académico del Center for the Governance of Change de IE University.
En este sentido, Modesto añade que "ningún sistema es totalmente seguro, al menos no por mucho tiempo. El uso de la tecnología debe ser siempre una decisión basada en el equilibrio entre coste y beneficio, y los riesgos para la seguridad son parte del coste".
La responsabilidad recae sobre los usuarios de las aplicaciones, "instalar la aplicación cuando esté disponible, activarla, y darle datos ciertos, es una decisión consciente de cada usuario. Su coste es la posibilidad de que todo el mundo sepa si padecemos o hemos padecido la COVID-19 y dónde hemos estado en cada momento (dato que de todas formas ya hace tiempo que no es ningún secreto)", explica Modesto Álvarez.
El beneficio es aportar un grano de arena más a la lucha contra esta enfermedad. Cada uno debe decidir si merece la pena.