Internacionalización de la pyme asturiana: va en nuestro ADN

La sirena que hacía de alarma en la mina suena hoy con reiteración para aquellas pymes que siguen mostrándose reacias a su transformación digital, a su crecimiento sostenible y a su internacionalización.

Gracias a la invitación de Hunosa Empresas, hace unas semanas tuve la oportunidad de bajar al Pozo Sotón. Esta mina, ubicada en pleno corazón de la cuenca minera, ha sido declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento. Por cierto, y aprovecho la ocasión, creo que los asturianos desconocemos toda la inmensa riqueza de nuestro patrimonio.

En las galerías, ataviados con los característicos monos azules de obrero y mientras el vaivén de las luces de los cascos iluminaba el tortuoso camino, los mineros-guía nos explicaban con pasión la severidad y rudeza de su trabajo. Resulta imposible no sentirte atrapado por su historia, donde se entremezclan esfuerzo, compañerismo, dramas, milagros, vida en todos sus sentidos. Vida que compartieron tantas generaciones de asturianos.

Aprovecho esta reciente experiencia para poner en valor la cultura laboral por excelencia que los asturianos llevamos en nuestro ADN, como legado de nuestros padres. Y cómo este legado nos puede ayudar a competir sin complejos. Aquella Asturias del carbón, tan añorada, ha ido desapareciendo poco a poco por razones fundamentalmente  de lucha contra los efectos del cambio climático. Pero, y este es el principal argumento de esta breve reflexión, aquella Asturias industrial y del carbón nos ha dejado un legado de esfuerzo y superación que a mi parecer es una de nuestras fortalezas a la hora de afrontar los grandes retos económicos empresariales del presente y del futuro.

En una economía globalizada y tan dinámica, el paso del tiempo va moldeando también nuestra manera de competir. Ahora, en vez de mirar hacia las entrañas de la tierra, tenemos que seguir generando riqueza mirando hacia el exterior. En muchos caso, el filón para que nuestra pyme siga creciendo va a estar en ese mercado global, al que –como en la mina- nos debemos acercar sin miedos ni complejos paralizantes, pero sí con las precauciones y previsiones necesarias. Así lo han hecho ya un número no desdeñable de empresas asturianas, número que va en continuo aumento.

Efectivamente, creo que muchas empresas asturianas ya han escuchado el “turullu”. La sirena que hacía de alarma en la mina suena hoy con reiteración para aquellas pymes que siguen mostrándose reacias a su transformación digital, a su crecimiento sostenible y a su internacionalización. Por este motivo, hemos de agradecer que hoy sean muchas las instituciones y organizaciones empresariales asturianas que hacen de “turullu”. Muestran a las pymes la importancia de su internacionalización y sus distintas vías.

Exportar carbón

A mediados del siglo XIX se logró que una de las primeras líneas de ferrocarril establecidas en España fuese la que unía Langreo con el puerto de Gijón. El objetivo era el embarque de la hulla a exportar. A modo de ejemplo, en 1896 se embarcaron en el puerto de Gijón 413.288 toneladas. A pesar de las tremendas dificultades del momento, se implementaron los recursos necesarios y se inició la exportación del carbón. 

Mucho ha cambiado desde entonces nuestra economía y, aunque puedan persistir ciertas dificultades para la exportación, que variarán en función del sector de actividad y de cada pyme en concreto, empresas del carbón en esta región ya acreditaron hace muchos años que eran capaces de vencer obstáculos seguro más ingentes que los actuales. 

Así es, en las entrañas del Pozo Sotón se trabajaba a destajo y sin comodidades. Por eso, nuestro ADN asturiano bien conoce las dificultades; llevamos trabajando con las mismas desde hace siglos, y por eso, tal vez, tenemos una capacidad de superación que nos diferencia. Es una fortaleza que debemos aprovechar.

Hoy en día, además, hay una concienciación en los empresarios / directivos de la necesidad de explorar las posibilidades de internacionalización de sus empresas. Existe la acertada convicción de que la exportación es fuente de diversificación de riesgos, de crecimiento y de competitividad. Frente a esta afirmación podría argüirse que, en una economía con un predominio tan abrumador de micropymes, la internacionalización podría verse limitada. Sin embargo, muchas micropymes han acreditado en la actualidad su capacidad para la exportación. Con la determinación de un barrenista, han penetrado en determinados nichos y han demostrado que no solo estamos ante una gran oportunidad sino, probablemente en muchos casos, ante una necesidad, una exigencia para crecer.

He de destacar que la internacionalización es una decisión estratégica de la pyme; un proceso ponderado que, en su inicio, debe ser guiado. También conocemos grandes fracasos por iniciativas carentes de conocimiento y previsión. Vuelvo a la mina. Al inicio del recorrido, pasamos por la lampistería, donde nos dieron el casco y todo el equipo de seguridad para bajar al pozo con la prudencia necesaria. También para exportar, sea cual sea la dimensión de la empresa, tenemos que contar con la mesura y las herramientas necesarias. Y esto es muy importante: no estamos solos en el tajo. En Asturias, tenemos numerosas instituciones que nos apoyan de una u otra forma, son muy accesibles y nos ayudarán en el proceso de internacionalización de nuestra empresa. Actúan como los mineros posteadores, apuntalando este proceso, dándole seguridad, proyección y coherencia.   

Instituciones guía

En primer lugar, disponemos de Asturex, la Sociedad de Promoción Exterior del Principado, que tiene como objetivo propiciar una mayor presencia de las empresas asturianas en los mercados internacionales. Ofrece diversos programas exitosos y muy prácticos de asesoramiento para todo tipo de empresas, y numerosos servicios que atienden las múltiples demandas de las empresas. Las Cámaras de Comercio ofrecen diversos servicios, y sobre todo, siempre atentas a las necesidades y retos de las pymes, son grandes facilitadoras de orientación y formación. La FADE cuenta con una Comisión Empresarial de Promoción Exterior, de apoyo a la globalización de la empresa asturiana.

Adicionalmente, para salir a vender al exterior, tenemos que disponer de producto y know-how. Encontraremos el apoyo de Innovasturias para favorecer la innovación en nuestros productos y procesos. Y del Club Asturiano de la Calidad, aportando formación y fomentando el intercambio de experiencias –tan enriquecedoras en este ámbito-. Sin olvidar nuestros centros tecnológicos (Fundación Idonial, Cetemas, Asincar y Fundación CTIC) que facilitan la explotación de conocimiento tecnológico para mejorar la competitividad de nuestras empresas. Asturgar facilita garantías en las financiaciones bancarias, también en operaciones de negocio internacional.

No pretendo ser exhaustivo. Hay otras muchas instituciones empresariales asturianas dispuestas a apoyarnos en esta labor. Como PYME tenemos que aprovechar su disponibilidad, capacidad y solvencia. Su misión es impulsar y hacer crecer a nuestra empresa. También hay muchas empresas de nuestra región que, con su ejemplo, trayectoria y crecimiento, actúan de tractoras y comparten su experiencia y buenas prácticas. A ellas, mi más sincero reconocimiento.

Negocio Internacional

Por último, a nivel financiero, Caja Rural de Asturias tiene un compromiso inequívoco con las pymes asturianas. Su crecimiento sostenible forma parte de nuestra misión. Con un reconocido equipo de Negocio Internacional, aportamos a las empresas asturianas asesoramiento, fiabilidad, agilidad, recursos y cercanía, tanto en la financiación como en las garantías necesarias en las transacciones internacionales, tratando de que nuestra oferta se ajuste a la demanda de nuestros clientes. Así lo pueden acreditar desde hace tiempo las mejores pymes asturianas.  A su vez, poniendo nuestro granito de arena, la Caja colabora de distintas maneras con todas aquellas instituciones empresariales, con el ánimo de impulsar y facilitar, entre todos, la internacionalización de la empresa asturiana, su crecimiento y la generación de riqueza en el ecosistema asturiano.

Como en las galerías del Pozo Sotón, tenemos la oportunidad de seguir barrenando, rompiendo las barreras de visiones cortoplacistas y limitantes. Siento la intensa vibración de la máquina al apretar el gatillo; creo que una vibración similar, pero de satisfacción, la deben experimentar las empresas que, venciendo con esfuerzo las dificultades, logran superarse día a día y crecer en los mercados internacionales.

Gracias de nuevo a Hunosa Empresas por insistir en que "invirtiésemos" un par de horas en bajar a la mina... sinceramente, merece la pena.