“Seguramente pronto veamos que se otorga un Nobel a un modelo de IA en vez de a un humano”

Javier Fuentes, partner en NCompany y experto en IA, Innovación Corporativa y Emprendimiento Tecnológico en el espacio Circus de Oviedo, tras el acto de clausura de la Oficina Acelera Pyme de la Federación Asturiana De Empresarios (FADE) / Fotos de Marta Martín.
Javier Fuentes, partner en NCompany y experto en IA, Innovación Corporativa y Emprendimiento Tecnológico.

Con el ánimo de profundizar en la Inteligencia Artificial pero desde una perspectiva más ética, charlamos con Javier Fuentes, partner en NCompany y experto en IA, Innovación Corporativa y Emprendimiento Tecnológico, a quien conocimos en el acto de clausura de la Oficina Acelera Pyme de la Federación Asturiana De Empresarios (FADE). A través de ejemplos y casos de éxito, Fuentes relata cómo la IA está cambiando la vida de las personas, pero también a las personas en sí mismas. Además, nos adelanta de qué modo va a revolucionar el mundo tal y como lo conocemos hasta ahora y los avances que están por llegar. 

En tus charlas hablas de la IA Generativa como “la última revolución industrial hecha por un humano”. La siguiente, liderada por máquinas ¿cómo será? ¿Tendrán ideología o propósito?

La diferencia es que no necesitaremos que un humano invente la siguiente ola: los propios modelos -capaces de diseñar mejores versiones, de re-escribir su propio código y de actuar en el mundo físico a través de robots quirúrgicos o industriales de autonomía elevada- serán el motor de la innovación. Eso implica ciclos de mejora casi continuos y una velocidad de cambio sin precedentes. Seguramente veamos que se otorga un premio Nobel a un modelo en vez de a un humano.

Los sistemas optimizarán para los objetivos que les demos; si es económico, su ‘propósito’ será maximizar el beneficio, con todas las externalidades que conlleva. 

Hablando de propósitos… ¿Podrá una sociedad hiperautomatizada conservar el sentido del propósito individual y colectivo?

La automatización total desplazará tareas, pero también liberará tiempo y atención para dedicarnos a las ‘más humanas’. Puede, de hecho, que tengamos más propósito que nunca.

¿Cuáles son las aplicaciones más transformadoras de la IA y de qué forma pueden las empresas adoptarlas?

Las aplicaciones serán infinitas, pero son de especial importancia las herramientas ‘no-code’, los asistentes o co-pilotos para nuestro día a día o la llegada de la robótica para acometer tareas en el mundo físico.

¿Qué sectores van a ser los más impactados? ¿Por qué?

Todos serán en alguna medida afectados, pero si tuviese que escoger tres, diría que el mundo de la salud, los servicios profesionales y el marketing sufrirán cambios significativos.

¿Qué opinión tienes sobre el reemplazo de empleos tradicionales por la IA? ¿Qué papel van a jugar los oficios hechos con las manos en el futuro?

Lo que seguramente ocurra es que las tareas rutinarias desaparecerán. Frente a ello, los oficios artesanales -que involucren materialidad, identidad local o experiencia sensorial- ganarán valor como contrapeso cultural y como lujo emocional en un mundo digitalmente ‘uniforme’ en el que todo es fácil y rápido de crear.

Háblanos sobre algunos proyectos de implementación de la IA que ya hayan despuntado.

Hay multitud de casos en industrias distintas, desde robots colocando piezas en cadenas de producción automovilísticas hasta sistemas de planificación de demanda en retail o sistemas multi-agente para optimizar procesos de compra en grandes corporaciones. Y esto es solo el comienzo.

La IA plantea desafíos éticos. ¿Cuáles son los más urgentes y cómo debemos abordarlos?

Nos enfrenta a una serie de dilemas éticos y operativos que ya no son teóricos, sino que tenemos frente a nosotros.

¿Qué puede pasar cuando agentes algorítmicos controlan mercados o infraestructuras críticas a velocidades imposibles de supervisar? ¿Cómo sabremos con qué datos se entrenó el modelo y por qué tomó cada decisión? ¿Cómo podremos discernir lo que es cierto de lo que no? A estos se suman la privacidad y los derechos de autor, amenazados por modelos que absorben datos personales y estilos creativos sin consentimiento expreso.

Será difícil articular un plan para abordar todo ya que esta revolución va a mover los cimientos de nuestra civilización.

¿Puede una máquina llegar a entender el dolor humano o solo simular empatía?

Las máquinas no sienten, son sofisticados artefactos computacionales. Pero los ensayos clínicos y estudios comparativos muestran que, en preguntas médicas sencillas, los pacientes puntúan las respuestas de un chatbot como más empáticas que las de los clínicos. La simulación, bien hecha, puede ser útil para aliviar ansiedad o guiar procesos; no sé si será mejor esta empatía sintética que la humana, pero seguramente esto lo descubramos pronto.

Y para terminar, ¿qué está verdaderamente en juego: nuestra comodidad o nuestra condición humana?

La disyuntiva no es ‘IA sí o no’, sino cuánto poder conservamos para dirigirla hacia fines humanos y no solo utilitarios; en qué medida vamos a delegar labores a estos sistemas inteligentes. No podemos sacrificar todo en aras de la comodidad y tendremos que plantearnos cuáles son aquellas cosas que nos definen como seres humanos.