Zunder afina su "viaje eléctrico": planificador de rutas propio con paradas 100% en su red e integración con Google Maps
- Los datos: Más de 1.200 puntos y más de 200 estaciones activas; cobertura mayor al 96 % de las principales carreteras con estaciones cada aproximadamente 200 km.
- La idea: "Queríamos que diseñar un viaje en vehículo eléctrico fuera tan natural como buscar una dirección en el móvil. Esta herramienta nace de una necesidad real: tener el control del trayecto con la certeza de que podrás cargar donde lo necesitas", resume Rubén Cebrián, CTO de Zunder.
Escribe “playa”, “cliente en Zaragoza” o el nombre de tu hotel. La app de Zunder devuelve un itinerario ya cosido con paradas en estaciones propias, ordenadas por eficiencia. Con un toque, la ruta salta a Google Maps con todas las paradas integradas.
Beneficio primero, detalle después: menos dudas, más control. La propuesta no complica el viaje; lo simplifica. Y eso importa porque el conductor no quiere “configurar”, quiere llegar.
La nueva funcionalidad se apoya en una idea sencilla (y poderosa): mantener al usuario dentro de un ecosistema que ya conoce. Estaciones homogéneas, atención 24/7 en varios idiomas, medios de pago consistentes y tiempos de carga que, dependiendo del vehículo y en condiciones habituales, pueden llevar la batería del 20% al 80% en menos de 20 minutos.
La app actúa como un asistente que reduce la carga mental: eliges destino, confirmas paradas y conduces. Tres gestos. Nada más.
El valor está en cómo se toma cada decisión. De un vistazo, el usuario ve estado de la estación, tipos de conector, precios y servicios cercanos. Son “señales de confianza” colocadas donde el ojo las busca: disponibilidad, compatibilidad, coste. El cerebro agradece esa claridad porque convierte datos en certezas.
Un ejemplo cotidiano: vas con la familia un sábado por la tarde; sabes que en la siguiente parada hay baños, sombra y restauración, y que el conector que necesitas está libre. Esa pequeña seguridad cambia el viaje.
El planificador nace con la red como columna vertebral: más de 200 estaciones activas, más de 1.200 puntos y cobertura declarada de más del 96% de las principales vías, con separación media de aproximadamente 200 kilómetros. La experiencia está pensada para que el salto entre planificar y navegar sea inmediato. Esa “inmediatez percibida” es clave: evita el clásico baile de pantallas (abrir una app para planificar, otra para navegar, volver atrás para comprobar precio o conectores) que tantos usuarios reconocen. Aquí, la coreografía se reduce a un solo movimiento.
Conviene, aun así, mirar el reto sin dramatismos.
La promesa de “quedarse en casa” funciona porque asegura estándares propios, pero exige músculo operativo para sostener homogeneidad en horas punta, temporadas altas y climas distintos. La otra clave es la anticipación: no basta con saber cómo está una estación ahora, importa cómo estará cuando llegues. En ambos frentes, Zunder juega en terreno conocido: mantenimiento preventivo, monitorización y analítica.
Traducido a experiencia, el usuario quiere decisiones sencillas: “¿paro 10 minutos aquí o sigo 40 hasta la siguiente?” Si la app responde en lenguaje llano (con estimación de tiempo, coste y margen de batería), la sensación de control se dispara.
También hay un matiz que el lector técnico agradecerá: la transparencia amable. No hace falta entrar en algoritmos, pero sí explicar el criterio de selección de paradas en términos comprensibles (distancia, disponibilidad, tipo de conector, servicios). Esa “letra clara” refuerza la percepción de fiabilidad y reduce el impulso de abrir otras aplicaciones “por si acaso”. Cuando el mapa coincide con la carretera, el usuario repite.
La fortaleza de Zunder es combinar infraestructura y software con una misma lógica: quitar fricciones. La app no pide fe; ofrece verificación en tiempo real y una navegación integrada que evita rodeos. Y donde no llegue la red propia, el acceso por roaming a cientos de miles de puntos amplía el abanico sin romper la experiencia. Para una flota, eso significa estandarizar rutas y costes; para un conductor, convertir la recarga en un paréntesis breve y predecible.
En conjunto, la novedad es menos “gadget” y más madurez de producto: del mapa de puntos sueltos al itinerario fiable. Queda camino por recorrer -sostener tiempos de espera bajos, comunicar bien los cambios de disponibilidad, seguir afinando la personalización por vehículo o clima-, pero el movimiento va en la dirección correcta: decisiones claras, pasos cortos y resultados visibles.
Si la compañía mantiene esa disciplina y convierte sus promesas en compromisos medibles, el viaje eléctrico tendrá cada vez menos de aventura y más de rutina. Y en movilidad, la rutina (que algunos llaman confianza) es exactamente lo que buscamos.