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Aires renovados en la Industria

Alberto González, Director General de FADE, escribe sobre la profunda mutación global del que ha sido durante muchos años el pilar fundamental de la economía asturiana.

Alberto González, Director General de FADE
photo_camera Alberto González, Director General de FADE

Estamos asistiendo a una profunda mutación global del que ha sido durante muchos años el pilar fundamental de la economía asturiana: el sector industrial. Cambian a la vez demanda de productos, exigencias de los consumidores, sistemas de producción, condiciones de mercado, tecnología, normativa y requerimientos legales, sistemas de logística y transporte, competencia, sensibilidad social. Y lo hace de una forma vertiginosa, nunca antes conocida.

Esta realidad nos afecta especialmente y estamos obligados a reaccionar si queremos seguir manteniendo en nuestra región una base industrial amplia y sólida. Y debemos hacerlo actuando simultáneamente en dos vectores. El primero es el de la gestión del declive. Hay actividades o empresas a los que ese nuevo marco aboca a desaparecer; o, al menos, a mermar su participación en el sistema productivo regional. El segundo es el de construcción del nuevo modelo industrial. Que requiere, por un lado, de un entorno favorable para que esto ocurra (espacios, accesibilidad, mano de obra e inputs competitivos). Y por otro, buscar nuevas actividades que cubran el vacío que aquellas van a dejar en producción y empleo.

Estos días hemos conocido que el Gobierno de Asturias está interesado en captar una planta de fabricación de baterías para coches eléctricos promovida por inversores chinos. ¿Debe entrar Asturias en la pelea por este tipo de proyectos? Sin duda sí. Es una forma de captar nuevos negocios industriales; supondría, además, entrar en segmentos con gran proyección y recorrido futuro; y también podría generar sinergias positivas para otras empresas asturianas.

¿Tenemos capacidad para competir en esa batalla? En lo que se refiere a recursos, capacidades y experiencia en el sector industrial, disponemos de argumentos suficientes para pugnar por una instalación como esa. Cuestión diferente es valorar la probabilidad de alcanzar nuestro objetivo en el momento actual.

Para tomar la decisión final acerca del emplazamiento los inversores evaluarán variables muy diversas. Por ejemplo, la accesibilidad desde/hacia centros de aprovisionamiento de materias primas y venta de sus productos. Y en ese aspecto Asturias tiene mucho que mejorar todavía. Resolver cuanto antes la comunicación por tren con la Meseta a través de la Variante de Pajares, mejorar la conexión internacional de nuestros puertos o facilitar la puesta en servicio de áreas industriales bien equipadas y que operen bajo criterios de interoperabilidad logística ayudaría mucho -por no decir que condicionará decisivamente- el que un proyecto de este tipo se implante en Asturias.

A lo que habrá que añadir la presión política que seamos capaces de ejercer. Porque otras regiones ya han manifestado su interés en la planta y seguro que están desplegando la suya.