El Instituto Asturiano de la Mujer publica un informe sobre la brecha salarial

Se hace fundamental dar a la brecha salarial de género la atención pública que merece

La brecha salarial de género responde a la compleja interacción que se establece entre la dinámica de la estructura productiva, la legislación laboral, la negociación colectiva y la manera en que se organizan social y familiarmente los cuidados, y alude a la distancia en la retribución media (salario más complementos) entre mujeres y hombres.

Este concepto pone de manifiesto una realidad que va más allá de la vulneración del principio de "a igual trabajo (o trabajo de igual valor), igual salario". La desigualdad en los salarios entre mujeres y hombres es reflejo no sólo de las situaciones de discriminación que se producen en la determinación de los mismos, sino de múltiples ejes de desigualdad por razón de género que se dan en nuestras sociedades y que intervienen en la manera en que mujeres y hombres participan en el mercado laboral, así como en el modo en el que el mercado les recompensa por dicha participación. Se hace fundamental dar a la brecha salarial de género la atención pública que merece: porque su existencia pone de manifiesto la pervivencia de las desigualdades que están en su raíz, pero también porque impone a las mujeres  unas consecuencias injustas que se extienden  más allá del fin de su vida laboral, al afectar a la cuantía de sus pensiones.

Este díptico, editado por el Instituto Asturiano de la Mujer desde hace cuatro años, busca dar pautas para una adecuada comprensión de este concepto y de sus indicadores, así como facilitar datos sobre su magnitud y características en el Principado de Asturias. Esta publicación es una de las medidas recogidas por la Estrategia contra la Brecha Salarial del Principado de Asturias 2016-2019.

Causas

  • DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO: Partimos históricamente de un reparto del trabajo en el que las mujeres desempeñaban los trabajos de cuidados o reproductivos (gratuitos), y los varones los trabajos productivos (remunerados); ellas eran "amas de casa" y ellos "proveedores". En el siglo XX se produjo la paulatina incorporación de las mujeres al ámbito hasta entonces propio de los hombres (el productivo), pero los hombres no se han incorporado al trabajo del hogar en la misma medida. Esto se traduce en el mantenimiento de residuos de la tradicional división sexual del trabajo que son muy difíciles de eliminar: falta la plena corresponsabilidad.  Este factor hace que las mujeres trabajen menos horas en el ámbito productivo y tengan más interrupciones en su vida laboral, lo que afecta a la brecha salarial de género en ganancia anual, y a la brecha en las pensiones.
  • SEGREGACIÓN HORIZONTAL: Es la traslación al sistema productivo de la división sexual del trabajo: en el mercado laboral hay una separación de mujeres y hombres por sector y por ocupación.  Las mujeres se concentran en sectores de actividad (hostelería, comercio, sanidad, educación, servicios sociales) y en ocupaciones (camareras, dependientas, peluqueras, administrativas, maestras, enfermeras, limpiadoras) que están peor remuneradas que los sectores y ocupaciones masculinizados, a equivalente nivel de cualificación y/o de formación requerido.
  • SEGREGACIÓN VERTICAL: El conjunto de dificultades en el acceso al empleo y en la progresión profesional de las mujeres, provoca que éstas tengan menor presencia en puestos altos en la clasificación profesional. Los conceptos de techo de cristal (límites en esa progresión) y suelo pegajoso (elementos que anclan a las mujeres a la inactividad o a la parte más baja de la escala laboral), están relacionados con este fenómeno. Otra metáfora, menos usada en nuestro contexto, describe a la perfección esta dinámica: en una tubería con fugas ("leaking pipe"), es inevitable que una parte más o menos abundante del fluido que transporta se pierda por el camino; el mercado laboral funcionaría como una tubería con múltiples goteras por las que las mujeres son sustraídas del cauce.
  • ESTEREOTIPOS DE GÉNERO: Son representaciones mentales de creencias compartidas sobre lo que son (o lo que deben ser) las mujeres y los hombres, e incluyen la atribución a cada sexo de ciertas características propias: personalidad, roles, características físicas o profesiones. Los estereotipos establecen una jerarquía valorativa: los atributos considerados propios de las mujeres están menos reconocidos y valorados, de ahí su potencial discriminatorio.  Los estereotipos afectan a las estructuras salariales mediante la atribución de valor a las distintas tareas y competencias asociadas a los puestos de trabajo, a través de la asignación de salarios base y complementos salariales. Si se une esta diferente valoración económica a la segregación horizontal, se explican las bajas retribuciones de sectores y ocupaciones feminizados.

Consulte Instituto Asturiano de la Mujer para saber más acerca de esta cuestión