EDITORIAL FEBRERO

La resistencia al cambio digital

Juan Martínez Baragaño, director de Conecta Industria, reflexiona sobre las reticencias a los cambios en el Sector Industrial

La resistencia al cambio es una situación normal en la naturaleza humana, ya que las personas nos tenemos que adaptar a nuevas situaciones que nos obligan a salir de la zona de confort y provoca reticencias.

La industria, que no deja de ser una organización compuesta por personas, ha tenido tradicionalmente resistencia natural a los cambios tecnológicos.

El primer gran cambio tecnológico fue en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando entró la máquina de vapor en las fábricas inglesas en la llamada Primera Revolución Industrial, que provocó una enorme resistencia al cambio con despidos masivos. Sin embargo, se inició una transición que acabaría con siglos de trabajos manuales y la tracción animal y que, además, multiplicaría el PIB per cápita e incrementaría la competitividad.

El segundo cambio tecnológico, se asienta en la sustitución del vapor por nuevas fuentes de energía como el petróleo, la electricidad y el gas, así como la aparición de nuevos modos de transporte y comunicación. Nuevas pérdidas masivas de puestos de trabajo pero que nos dejó la primera globalización.

Según avanzamos en nuestra historia reciente se fueron sucediendo, de forma exponencial, sucesivas revoluciones tecnológicas: la industria empezó a incorporar la electrónica, los automatismos, la sensórica, los robots y especialmente la generación de información (los datos).

Ya de lleno en la actual Cuarta Revolución Industrial, que se basa en la explotación masiva de los datos y la incorporación de las tecnologías de la información se está produciendo un profundo cambio en la forma en la que vivimos, trabajamos, y nos relacionamos.

La resistencia al cambio en esta transformación digital es mucho mayor que en las anteriores revoluciones, ya que el cambio es a gran escala, impacto y a una velocidad nunca vista antes en la humanidad.

Como estos cambios requieren modificaciones importantes en los procesos, procedimientos y operaciones, que no olvidemos que son mucho más complejos que en una empresa tradicional, para la industria implican resistencia al cambio.

Por esto, para adaptarse, prepararse para la transformación e introducir nuevas tecnologías es imprescindible ocuparse de capacitar y formar a todo el personal de la empresa y que todo el equipo, desde el CEO hasta el último, venzan el miedo. Impregnar con esto la cultura de la organización es lo que abrirá el camino para llegar a incrementar tanto productividad como competitividad.