Pensar en innovación suele llevar a imaginar ciudades, tecnología o velocidad. Sin embargo, la realidad es que el futuro también se está gestando en el corazón del campo. Los avances tecnológicos no solo no excluyen al medio rural, sino que son su mejor aliado.
La digitalización, la conectividad y el desarrollo tecnológico hace tiempo que no son patrimonio exclusivo de las ciudades, pues cada vez más, estas herramientas se abren camino en los pueblos, las aldeas y los concejos, con el potencial de transformar la vida y la economía del entorno rural. Pero este proceso plantea también preguntas fundamentales: ¿estamos sabiendo aprovechar todo ese potencial? ¿Puede la innovación ser el motor de una ruralidad sostenible, viva y conectada?
La cuarta entrega de Horizontes de Futuro, un proyecto de Conecta que cuenta con la colaboración de la Federación Asturiana De Empresarios (FADE) y Telecable, abordó todas estas cuestiones ayer en un espacio idílico: CTIC Rural Tech.

Vecinos 2.0
El encuentro contó con Benito Soler, KAM Administraciones Públicas en MASORANGE, quien impartió la charla ‘Concejos Smart: Tecnología y digitalización con un propósito sostenible’.
Su ponencia puso el foco en el proyecto CityMAX del concejo de Aller del cual habló bajo el contexto de comprender cómo el entorno rural y la innovación han de ir de la mano: “El concejo smart surgió de la necesidad de optimizar recursos y, a raíz de ahí, tomar decisiones, todo ello gracias a tecnologías IoT o uso de datos reales con Big Data”, apuntó.
Dentro de la optimización subrayó la importancia de ser conscientes de que “los recursos no son ilimitados”, por ello, añadió, “hay que hacer una gestión eficiente de la energía; poner énfasis en la movilidad, ya que vivimos en una región con una gran dispersión poblacional; y buscar las tecnologías digitales para mejorar la calidad de vida, que sean simples y escalables como la Inteligencia Artificial, con sistemas de comunicaciones vertebrados”.
¿Cómo se consigue? “Poniendo en valor el entorno y hacerlo colaborativo, y tratando de conseguir la participación de los que ya denominamos vecinos 2.0, es decir, aquellos que están conectados”. Además, Soler considera que “las administraciones públicas deben ser ágiles en la toma de decisiones y deben hacer un uso inteligente de los datos, con cuadros de mando sencillos para todos, acompañando y apoyando a los concejos”.

CityMAX
El proyecto CityMAX de Telecable tenía como objetivo convertir el concejo en smart. Para ello se han abarcado diversas áreas con el objetivo de facilitar, tanto a los vecinos como al Ayuntamiento e incluso a los turistas, una experiencia mejorada en la zona.
Gracias al smart parking que instalaron ahora pueden contabilizar cuántos vehículos hay estacionados, el visitante puede saber si hay alguna plaza libre y la Guardia Civil puede ver si se está cometiendo alguna infracción desde la sala de control sin necesidad de estar pasando por allí constantemente. También pusieron un control del flujo del tráfico a través del cual pueden, por ejemplo, ofrecer estadísticas de matrículas.
Otro de los pilares de este proyecto es la gestión de residuos: gracias a sensores volumétricos de llenado pueden, entre otras cosas, optimizar el flujo de recogida de los mismos modificando las rutas.
Además, a través de la app DTI Turismo con CMS conectado a una pantalla LED situada en la plaza del pueblo y con beacons que emiten información, los visitantes pueden conocer qué eventos se van a realizar allí, lugares que visitar o dónde comer, entre otros servicios.
Los primeros desafíos
Tras Soler llegó una mesa redonda en la que participaron Fidel Díez, director de I+D en CTIC; Verónica Menéndez, socia fundadora CEO en Agrolinera; Sandra Sánchez, gerente del Polo Tecnológico y Empresarial de la Biomasa de Asturias (PTEBI); y Elena Plaza, técnica de comunicación e igualdad de la Red Asturiana de Desarrollo Rural (READER). Durante una hora, los invitados trataron de dar respuesta a una pregunta: ‘¿Es la innovación clave para el futuro de la ruralidad?’.
Arrancaron abordando los desafíos con los que se toparon de primeras, en cuanto sus proyectos se pusieron en marcha.
Para Agrolinera, dijo Verónica Menéndez, fue y es “la falta de conectividad”. Ellos habían detectado una necesidad clara en el territorio, que era aportar valor a un subproducto agrícola que tradicionalmente ha sido un problema ambiental y de gestión. Se trata de una empresa dedicada a transformar purines (residuos ganaderos, especialmente de cerdo) en recursos de valor, como biometano, fertilizantes sostenibles y agua regenerada. Para ello necesitan tecnologías pero “sin una conexión estable, no podemos”.
En el caso de READER, asociación sin ánimo de lucro que agrupa a los Grupos de Desarrollo Rural (GDR) del Principado y cuyo objetivo principal es impulsar el desarrollo económico, social y ambiental del medio rural asturiano, el desafío tiene más que ver con la confianza de los vecinos: “Llegar a implantarse en el territorio y que quienes viven allí no lo vean como una entelequia, algo que está ahí sin más, sino que comprendan que tenemos el conocimiento de lo que necesitan”, apuntó Plaza.
Por su parte, Sandra Sánchez aseguró que ellos tienen que explicar muy bien qué hacen: “Tenemos que hacerles entender que somos una plataforma público-privada que trabaja para impulsar el uso de la biomasa como recurso energético y económico en Asturias”. Resaltando, dijo, los beneficios que les va a aportar. Desde su punto de vista necesitan “mayor concienciación y comunicación para impulsar el desarrollo del sector”.

Fidel Díez se mostró de acuerdo con los tres retos anteriores mencionados: “A nosotros aquí nos sucedió lo mismo, no había cobertura y tuvimos que compartir red con una vecina”. Además, considera imprescindible “que los vecinos sepan a qué venimos aquí, qué vamos a hacer, porque muchos piensan que queremos llegar aquí con nuestros conocimientos de la ciudad y no somos conscientes de que aquí hay mucho más”.
Garantía de continuidad tecnológica
Para que los proyectos funcionen y se les dé continuidad, “tienen que ser soluciones sencillas para un reto real, y han de abordarse de forma horizontal, involucrando a todos”, indicó Díez. Una afirmación con la que coincidió Plaza: “Deben ser fáciles, accesibles para todas las personas que habitan la zona, y creadas con esas inteligencias que proceden de los propios territorios desde hace años”.
Para la técnica de comunicación e igualdad de READER es también relevante “que los propios habitantes digan qué necesitan, no que lo decida alguien desde un despacho, porque eso sería ‘colonización’”. Ese feedback por parte de los vecinos también lo defendió Menéndez, pues para ella es imprescindible saber las experiencias de las personas con su producto: “Queremos saber si les resulta fácil o no, qué les cuesta más… La denominada teoría del cambio, es decir, qué efecto positivo quiero crear a largo plazo, y para eso se necesita colaboración. Va más allá de una mera estrategia”.
Y la pregunta es… ¿Se está consiguiendo? Para Sandra Sánchez “hay una evolución, pero falta por mejorar la ‘pata’ de la sociedad, es la asignatura pendiente, pues muchas veces no tenemos las habilidades para convencerles de lo positivo que es”.
A un nivel más de identidad, muchas personas se cuestionan si la incorporación de la tecnología en el mundo rural puede afectar: “No, los territorios tienen mucha inteligencia. He visto muchos proyectos muy potentes de, por ejemplo, ganadería, muy metódicos, bien escritos y descritos. Y es que antaño la innovación ya era muy alta y por eso hoy en día el territorio ya tiene mucho. Ahora queda hacerlo más ‘vivible’ con acciones concretas” señaló Fidel.
En conclusión, remarcó Menéndez, “la innovación da más valor a lo que ya hay”, precisamente como lo hacen desde Agrolinera.
Otro ejemplo de ello es un proyecto de ganadería digital en Valle de Lago (Somiedo) que se incluye dentro de la iniciativa Aldea 0, promovida por CTIC RuralTech en colaboración con READER y otros agentes locales. El objetivo del mismo es convertir a los ganaderos en gestores inteligentes del territorio; mantener la ganadería extensiva como herramienta de desbroce natural, prevención de incendios y conservación del paisaje; y ofrecer una herramienta tecnológica que modernice la ganadería de montaña para favorecer su rentabilidad y mantener hogares rurales.
También Talleres Ramón Castro, integrado en el PTEBI, ha diseñado una empacadora de biomasa forestal especial que procesa residuos forestales directamente en el monte. El objetivo es reducir costes de transporte, almacenamiento y tratamiento, transformando el subproducto en paquetes fáciles de manejar y transportar: “En un inicio iba a ser solo para Asturias y ahora se están enviando empacadoras a todo el mundo”, resaltó Sandra.