¿Cómo podemos inspirarnos en la naturaleza para fabricar productos? ¿Es posible una Asturias sostenible a la par que industrial? ¿De qué modo se están adaptando las estrategias empresariales a una descarbonización que es ya imperativa? Estas y muchas otras cuestiones se trataron ayer en TAXUS Medio Ambiente, en Oviedo, con motivo del Horizonte de Futuro #3, un proyecto promovido por Conecta con el ánimo de abarcar diferentes temáticas que preocupan a las instituciones, empresas y sociedad asturiana.
En este caso, durante la jornada se abordaron diversas cuestiones clave relacionadas con el futuro de los recursos naturales y el medio ambiente en la región, y para ello se contó con la participación de Manuel Persa, cofundador y director del Área de Investigación y Producción del Laboratorio Biomimético; Javier Granero, socio director de TAXUS Medio Ambiente; Ana Álvarez, directora de Medio Ambiente de EDP España; y Ana Menéndez, directora de Innovación y Sostenibilidad en Pavitek.
La telaraña como biomaterial
Persa se encargó de abrir este encuentro con una charla que giró alrededor de la economía circular: 'Cómo fabrica la naturaleza. Bioinspiración'. En Laboratorio Biomimético están continuamente estudiando la aplicación de soluciones a los problemas del ser humano teniendo a la naturaleza como musa inspiradora, y se toparon con una metodología que lo permitía. “Lo primero, exploramos, observamos la naturaleza; después llegó la bioinspiración, es decir, buscar los diseños que aporten la solución; luego procedimos a desarrollar la conceptualización y, finalmente, el prototipado”, explicó Manuel.
Así, establecieron dos líneas: por un lado, la que observa el diseño de la naturaleza y, por otro, la investigación para saber cómo ésta fabrica. “Un ejemplo de cómo diseña es el cardo alpino, cuyos pinchos utiliza para defenderse, pero cuando se secan, son ganchos. De ahí surgió el velcro”, señaló Persa.

En la segunda de las líneas, la de la fabricación, el cofundador de Laboratorio Biomimético habló de la telaraña como ‘producto’ que la araña fabrica “sin necesitar una temperatura diferente a la del ambiente; coge los recursos de lo que tiene alrededor, no hay nada tóxico y se biodegrada”. El resultado es un biomaterial de origen orgánico, no contaminante, circular y biodegradable.
Algunos de los grandes retos que planteó Manuel en lo que a economía circular se refiere tienen que ver con que “a día de hoy tan solo el 9% del plástico que se genera se recicla. El resto acaba en mares y bosques”. Pero no solo eso, el sector alimentario es otro de los que más problemas ocasiona puesto que “la cifra de alimentos que se desperdician sobrepasa las 59 toneladas”; y también la industria textil, ya que “es la más contaminante”.
El modelo de fabricación que llevan a cabo desde la empresa sigue el siguiente proceso: “hacemos recuperación de residuos, luego los mezclamos con aglutinantes naturales, los metemos en moldes para darles forma y los dejamos secar al aire”. De este modo obtienen una amplia gama de productos, como mangos para navajas y cuchillos de Taramundi, piezas de artesanía contemporánea o aislantes hechos con paneles acústicos que están poniendo a prueba junto a CETEMAS.
Sostenibilidad, industria y el papel del capital natural
Tras la charla, el evento dio paso a una mesa redonda centrada en el presente y futuro medioambiental de Asturias, que contó con la participación de Ana Menéndez, Javier Granero y Ana Álvarez.

La primera cuestión planteada buscó trazar una radiografía de los retos medioambientales más urgentes en la región. Menéndez, desde la experiencia de Pavitek, señaló que el principal reto “depende del sector”, aunque en su caso se trata de “encontrar materias primas secundarias de origen regional que cumplan con los requisitos legales y las características técnicas originales”.
Desde una visión más sistémica, Granero puso el foco en la necesidad de reconocer el valor del entorno natural como palanca de desarrollo: “Deberíamos apostar por la seña de que somos verdes y creérnoslo. Valorar el capital natural que tenemos podría ser una ventaja competitiva importante”.
Por su parte, Álvarez, de EDP, subrayó el reto de compatibilizar desarrollo y protección: “El desafío es encontrar el encaje ambiental para cada actividad. Asturias debe seguir siendo verde, pero también compatible con el desarrollo industrial. Se trata de entender las dos partes”.
Consultados sobre la adaptación de las empresas asturianas a las nuevas exigencias en materia de descarbonización, los participantes coincidieron en que las oportunidades están ahí, aunque no exentas de dificultad. En este sentido, Javier apuntó que “la transición está abriendo puertas a muchas empresas”, y destacó que la adaptación a las regulaciones ambientales en Asturias “es similar a la del resto de España”.

Ana Menéndez recalcó que apostar por la sostenibilidad no debería ser un freno, sino parte de la cultura empresarial. “En 2026, el 40% de las materias primas deberán provenir de materiales reciclados. Las empresas que puedan cumplir esto serán las que contrate el Principado”, explicó. Pavitek, por ejemplo, logró en 2024 hacerse cargo del fresado que anteriormente gestionaba Cogersa: “De una necesidad surge un negocio. Queremos ser verdes, pero vivimos en una región industrial. Ojalá que las canteras del futuro sean los vertederos del pasado”.
Desde EDP, Álvarez detalló la evolución de la compañía: “En 2005 apostamos por convertirnos en potencia en energías renovables. En 2010 incorporamos el concepto de economía circular y, recientemente, hablamos del capital natural, un concepto que debe calar”.

Las luces y sombras de la regulación
En cuanto al papel de la administración y las políticas públicas, las voces de la mesa coincidieron en que existe una desconexión entre la normativa y la realidad empresarial y tecnológica: “Aunque cada vez hay más consultas sobre capital natural y se empiezan a aplicar políticas de ayuda, en el entorno rural aún falta conciencia”, aseguró el socio director de TAXUS. Por ejemplo, añadió, “con los montes, la gente sigue siendo muy egoísta. Podemos ver cómo año tras año se queman nuestros montes por el egoísmo de unos pocos”. Además, apuntó ideas innovadoras que están en estudio, como los “pasaportes naturales”, que permitirían conocer el estado de conservación de los ecosistemas.
Menéndez fue crítica con la lentitud de la administración: “Las normas están hechas para las autovías de siempre. Se desconoce la incorporación de nuevos materiales”. Desde su punto de vista, no se legisla para la innovación, sino para lo que ya existe. A modo de ejemplo, mencionó que la normativa actual solo permite que el 20% del árido grueso en hormigones sea reciclado, lo que limita las posibilidades. También remarcó que los criterios ambientales de las licitaciones “dan solo un 2% a tener vehículos con la normativa Euro, cuando todos ya la cumplen”.

Álvarez coincidió en que “las políticas que llegan desde Europa son muy bonitas, pero cuando las aterrizas aquí, es difícil ponerlas en práctica”.
Para cerrar, se abordaron algunas contradicciones sociales. Como explicó Ana Menéndez, muchas soluciones sostenibles no son bien recibidas cuando se sitúan cerca: “La gente no quiere vivir al lado de baterías o palas eólicas”. Además, reflexionó sobre el papel del trabajo artesanal en el desarrollo tecnológico: “Los trabajos hechos con las manos están llenos de valor, pero les falta proyección industrial”.
La tercera edición de Horizontes de Futuro fue organizada por Conecta y contó con el patrocinio de TAXUS Medio Ambiente y Cogersa.
